Lección 3

 CÓMO NOS APROPIAMOS DE LA GRACIA DE DIOS

 Heb. 4:15- 16

            El significado básico de la palabra gracia es “ tomar posesión de”, y eso es lo que hacemos cuando nos apropiamos de la gracia de Dios: Tomamos posesión del poder divino que se halla a nuestro alcance por medio de Cristo Jesús. Es como si usted estuviera retirando dinero de una cuenta de ahorro que nunca se agota. La gracia es una cuenta bancaria que nunca se agota por más que nosotros saquemos del banco de la fe.

            Debemos de aclarar que muchas veces el Señor obra de manera independiente a los medios de la gracia en nosotros, pero lo normal es que Dios espere que hagamos uso de todos los medios de la gracia que Él ha provisto para obrar en nosotros. Hay distintos medios que Dios emplea para que obtengamos de su gracia, veamos dos de ellos.

 1.- El Trono de la Gracia.

            La primera forma de apropiarnos de la gracia consiste en pedirla mediante la oración.  En Heb. 4:15-16 se nos manda a solicitar la gracia mediante la oración: Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”

            El trono de la gracia es una expresión metafórica que se usa para referirse a Dios sentado en su  trono como el Dios de toda gracia.  En Ap.6:16-17 se describe a Dios sentado en su trono lleno de ira  y de juicio, y llos impíos que lo vean clamarán a los montes y a las peñas que los oculten de Su rostro y de Su ira.

            El profeta Isaías  contempló a Dios sentado en su trono. Cuando Isaías contempló al Dios de la majestad y la santidad infinitas, aterrorizado clamó: “Ay de mí que soy muerto; porque siendo hombre de labios inmundos , han visto mis ojos al rey, Jehová de los ejércitos.”

            Pero en Heb. 4 no se nos muestra el trono de la ira y de la santidad infinita de Dios, sino el trono de la gracia, y se nos invita a acercarnos a ese trono,  no con terror por causa de la ira de Dios, sino con temor reverente por causa de Su santidad y con confianza porque es el trono de gracia.

            En verdad, Dios es infinitamente santo, excelso y sublime, que se manifestará con su ira frente a todos aquellos que mueran rechazándolo, pero para los que son sus hijos, Él es el Dios de gracia, sentado sobre su trono de gracia.

            Aquel a quien nos acercamos fue el mismo que no abandonó a Pedro a pesar de todos sus fracasos,  Él es quien le ha dicho a su pueblo en Deut. 31:6,8: Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová  tu Dios es el que va contigo, no te dejará ni te desamparará. Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides.”

            En Sal 94:14, dice: ”Porque no abandonará Jehová a su pueblo, ni desamparará su heredad.” Y en Is. 42,6: “Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas.” Todo esto nos declara lo que significa la expresión el trono de la gracia.

            Cuando nos acercamos al trono  de la gracia descubrimos que nuestro Señor Jesucristo se nos ha adelantado y se encuentra allí, intersediendo por nosotros como nuestro Sumo sacerdote. Dice en Heb. 10,19: “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,  por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne,

y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.”

            En el Antiguo Testamento sólo podia entrar al Lugar Santísimo el sumo sacerdote, una vez al año y con sangre en sus manos. Pero ahora los redimidos podemos entrar todos los dias del año, cada vez que querramos, por el camino nuevo y vivo que Él nos abrió atravez del impenetrable velo que existía. Para acercarnos al trono de la gracia Él requiere:

 a.- Un corazón sincero.

b.- Un corazón creyente y sincero.

c.- Un corazón santo.

d.- Una conciencia limpia y en paz.

e.- Una vida moral integra y pura.

             Todo esto podemos obtenerlo mediante la sangre del Señor Jesucristo. Ella nos hace hombres y mujeres sinceros, de corazones creyentes y santos; de una limpia conciencia y una vida moral saludable y robusta. Cuando venimos al trono de la gracia debemos recordar las palabras de Heb. 4:15: Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”

* * *

            Hablando de éste texto un autor dice: “La palabra traducida como compadecerse, tiene un significado que va más  allá del sigificado corriente de sentir compasión. Aquí significa la capacidad de compartir  o comprender los sentimientos de  otra persona.  Este sentimiento sólo puede ser sentido por la persona  que ha experimentado las mismas pruebas y que, por consiguiente, comprende lo que está sufriendo la otra persona, y tiene el deseo de auxiliarla para sacarla de la situación en que se encuentra.”

            Y J. Brown  dice: “Es lástima, pero algo más que lástima: es la compasión que un hombre de buenos sentimientos siente hacia los demás que están sufriendo lo que él mismo ha sufrido... El Hijo de Dios, de no haberse encarnado, podía haber sentido lástima, pero no habría podido compadecerse de su pueblo. Para que pudiera sentir compasión, era necesario que el Hijo de Dios se convirtiera en hombre para hacerse sensible al sufrimiento, y que en realidad experimentara el sufrimiento para ser sensible a la compasión.”

            En 2Cort. 1:5 nos refiere diciendo: Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación.”    

            Nuestro Señor Jesucristo fue probado en todo cuando produce angustia, sufrimiento, dolor, amargura y llantos en el ser humano. Él nació en la pobreza y experimentó el rechazo de su propia familia, sufrió las acusaciones de los líderes del pueblo, fue abandonado de sus amigos y padeció el agudísimo dolor de la crucifixión. Pero además, Cristo padeció la mayor de todas las pruebas a que pudiera ser sometido un ser humano: Descender al corazón mismo del infierno cargando el pecado de su pueblo cuando fue abandonado por su Padre.

            Cristo fue “un varón de dolores, experimentado en quebrantos.”. Es por eso que Él nos comprende perfectamente, cualquiera sea la naturaleza de nuestros sufrimientos, Él nos comprende.

            Porque nos comprende y se compadece de nosotros es que nos invita a presentarnos ante el trono de la gracia,  Para hallar gracia y socorro en nuestras necesidades. Así nos apropiamos de la gracia de Dios.

 2.- La Palabra de Gracia

             La palabra de gracia es otro camino para obtener la gracia de Dios para nuestras vidas.  En Hech. 20:32 Pablo le dijo a los ancianos de la iglesia en Efeso: ”Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados.”  Pablo le llama “palabra de gracia” a la Palabra mediante la cual entendemos y nos apropiamos de la gracia de Dios. La que nos ofrece la revelación de Dios y la revelación de nuestra naturaleza y sus diferentes necesidades.

            En ella encontramos la provisión que Dios ha hecho para nuestra salvación y crecimiento espiritual. De manera que si queremos apropiarnos de la gracia de Dios debemos de desarrollar un conocimiento de toda la gracia que por medio de la Palabra lla se nos ofrece. Debemos ir más hallá de los ¿cómo? para llegar a los insondables  océanos de la gracia que se nos abre en una de sus páginas.

            En Sal.27:5 se nos revela el deseo de David: Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.” Él anhelaba conocer las doctrinas que revelan el Ser de Dios, es decir, Su santidad, soberanía, poder, sabiduría, fidelidad e  inagotable amor. Anhelaba conocer la persona y el carácter de su Dios y Señor, su redentor, el rey de gloria. 

            El  conocimiento de la gracia nos otorga la vida y el sustento de la misma, porque Dios se vale de la Palabra de su gracia para otorgarnos Su gracia.  Como dice Lenski: “Dios y la Palabra de su gracia van siempre de la mano; y  Dios hace que la Palabra de Su gracia se derrame atravez de toda esa Palabra.”  

            De ahí que necesitamos un plan regular de lectura, estudio y memorización de la Palabra de Dios,  porque estas cosas nos dan mayor acceso a Su gracia. Como bien lo dice. C. Hodge: “Para contrarrestar... todas las insinuaciones del maligno, la única respuesta, sencilla y definitiva, es la palabra de Dios. Esto ahuyenta a todos los poderes de las tinieblas. El cristiano sabe que esto es cierto por su experiencia personal. Ella disipa sus dudas, aleja sus temores, y lo pone a salvo del poder de Satanás.”

            Mi querido amigo, si deseas apropiarte de la gracia de Dios, debes tener la espada del Espíritu, la Palabra de Dios. Atesórala en tu mente y corazón para que el Espíritu Santo la utilice. Oremos con David en el Sal. 119:12: “Bendito tú Jehová, Enséñame tus estatutos.” 

 Algunas aplicaciones:  

1.-  Todos necesitamos de la gracia que nos llega del trono de la gracia.

             Porque vivimos en un mundo caído y bajo maldición y ni siquiera los cristianos estamos exento de padecer por causa de eso. Si miramos a nuestro alrededor y dentro de nosotros mismos nos encontramos con esta amarga realidad. Las calamidades producidas por los terremotos, los huracanes, las enfermedades, las carencias, las guerras, el desempleo, la ignorancia, el desafecto, la muerte y demás eventos que acontecen en este mundo nos afecta de modo directo.

            Pablo no fue ajeno a las adversidades que este mundo nos ofrece, pero a Pablo Dios le dijo en 2Cort. 12:9:Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.”

 2.- Ante la maldición y la calamidad a la que todos estamos expuestos nuestro buen Dios nos ha dado la gracia de Su Palabra viviente.

 Dice en Deut. 2:2: Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre. Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años. Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga. Guardarás, pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole. Porque Jehová tu Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y montes; tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel; que brotan en vegas y montes; tierra en la cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella; tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyos montes sacarás cobre. Y comerás y te saciarás, y bendecirás a Jehová tu Dios… Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus ordenanzas, no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que tú y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso… que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote…”

 Y, ¿como nos podemos apropiar de la gracia.?

 A.- Acercándonos al trono de la gracia con confianza mediante la oración.

 B.- Estudiando y conociendo la Palabra de Su gracia.

             Mi amigo, sólo la gracia, te puede sacar  de la esclavitud de Egipto donde tú vives sirviéndole al Faraón del pecado. Sólo la gracia te puede sacar de ese desierto grande y espantoso donde tú estás viviendo hoy, para traerte a la tierra de Canaán la celestial:Porque Jehová tu Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y montes; tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel; que brotan en vegas y montes; tierra en la cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella; tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyos montes sacarás cobre. “

            Que Dios nos dé abundantemente de Su gracia siempre, para acercarnos a Su trono de gracia y para conocer de Su palabra de Gracia.

Amén.