El
significado básico de la palabra gracia es “ tomar posesión de”, y eso es
lo que hacemos cuando nos apropiamos de la gracia de Dios: Tomamos posesión del
poder divino que se halla a nuestro alcance por medio de Cristo Jesús. Es como
si usted estuviera retirando dinero de una cuenta de ahorro que nunca se agota.
La gracia es una cuenta bancaria que nunca se agota por más que nosotros
saquemos del banco de la fe.
Debemos
de aclarar que muchas veces el Señor obra de manera independiente a los medios
de la gracia en nosotros, pero lo normal es que Dios espere que hagamos uso de
todos los medios de la gracia que Él ha provisto para obrar en nosotros. Hay
distintos medios que Dios emplea para que obtengamos de su gracia, veamos dos de
ellos.
El
trono de la gracia es una expresión metafórica que se usa para referirse a
Dios sentado en su trono como el
Dios de toda gracia. En Ap.6:16-17
se describe a Dios sentado en su trono lleno de ira
y de juicio, y llos impíos que lo vean clamarán a los montes y a las peñas
que los oculten de Su rostro y de Su ira.
El
profeta Isaías contempló a Dios
sentado en su trono. Cuando Isaías contempló al Dios de la majestad y la
santidad infinitas, aterrorizado clamó: “Ay de mí que soy muerto; porque
siendo hombre de labios inmundos , han visto mis ojos al rey, Jehová de los ejércitos.”
Pero
en Heb. 4 no se nos muestra el trono de la ira y de la santidad infinita de Dios,
sino el trono de la gracia, y se nos invita a acercarnos a ese trono,
no con terror por causa de la ira de Dios, sino con temor reverente por
causa de Su santidad y con confianza porque es el trono de gracia.
En
verdad, Dios es infinitamente santo, excelso y sublime, que se manifestará con
su ira frente a todos aquellos que mueran rechazándolo, pero para los que son
sus hijos, Él es el Dios de gracia, sentado sobre su trono de gracia.
Aquel
a quien nos acercamos fue el mismo que no abandonó a Pedro a pesar de todos sus
fracasos, Él es quien le ha dicho a
su pueblo en Deut. 31:6,8: “Esforzaos
y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová
tu Dios es el que va contigo, no te dejará ni te desamparará. Y Jehová
va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no
temas ni te intimides.”
En Sal 94:14, dice: ”Porque no abandonará Jehová a su pueblo, ni
desamparará su heredad.” Y en Is. 42,6: “Yo Jehová te he llamado en
justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al
pueblo, por luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, para que
saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en
tinieblas.” Todo esto
nos declara lo que significa la expresión el trono de la gracia.
Cuando
nos acercamos al trono de la gracia
descubrimos que nuestro Señor Jesucristo se nos ha adelantado y se encuentra
allí, intersediendo por nosotros como nuestro Sumo sacerdote.
Dice en Heb. 10,19: “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en
el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por
el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su
carne,
y
teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón
sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala
conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.”
En el Antiguo Testamento sólo podia entrar al
Lugar Santísimo el sumo sacerdote, una vez al año y con sangre en sus manos.
Pero ahora los redimidos podemos entrar todos los dias del año, cada vez que
querramos, por el camino nuevo y vivo que Él nos abrió atravez del
impenetrable velo que existía. Para acercarnos al trono de la gracia Él
requiere:
b.-
Un corazón creyente y sincero.
c.-
Un corazón santo.
d.-
Una conciencia limpia y en paz.
e.-
Una vida moral integra y pura.
*
* *
Hablando de éste texto un autor dice: “La
palabra traducida como compadecerse, tiene un significado que va más
allá del sigificado corriente de sentir compasión. Aquí significa la
capacidad de compartir o comprender
los sentimientos de otra persona.
Este sentimiento sólo puede ser sentido por la persona
que ha experimentado las mismas pruebas y que, por consiguiente,
comprende lo que está sufriendo la otra persona, y tiene el deseo de auxiliarla
para sacarla de la situación en que se encuentra.”
Y J. Brown dice:
“Es lástima, pero algo más que lástima: es la compasión que un hombre de
buenos sentimientos siente hacia los demás que están sufriendo lo que él
mismo ha sufrido... El Hijo de Dios, de no haberse encarnado, podía haber
sentido lástima, pero no habría podido compadecerse de su pueblo. Para que
pudiera sentir compasión, era necesario que el Hijo de Dios se convirtiera en
hombre para hacerse sensible al sufrimiento, y que en realidad experimentara el
sufrimiento para ser sensible a la compasión.”
En
2Cort. 1:5 nos refiere diciendo: “Porque
de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda
también por el mismo Cristo nuestra consolación.”
Nuestro
Señor Jesucristo fue probado en todo cuando produce angustia, sufrimiento,
dolor, amargura y llantos en el ser humano. Él nació en la pobreza y
experimentó el rechazo de su propia familia, sufrió las acusaciones de los líderes
del pueblo, fue abandonado de sus amigos y padeció el agudísimo dolor de la
crucifixión. Pero además, Cristo padeció la mayor de todas las pruebas a que
pudiera ser sometido un ser humano: Descender al corazón mismo del infierno
cargando el pecado de su pueblo cuando fue abandonado por su Padre.
Cristo
fue “un varón de dolores, experimentado en quebrantos.”. Es por eso
que Él nos comprende perfectamente, cualquiera sea la naturaleza de nuestros
sufrimientos, Él nos comprende.
Porque
nos comprende y se compadece de nosotros es que nos invita a presentarnos ante
el trono de la gracia, Para hallar
gracia y socorro en nuestras necesidades. Así nos apropiamos de la gracia de
Dios.
En
ella encontramos la provisión que Dios ha hecho para nuestra salvación y
crecimiento espiritual. De manera que si queremos apropiarnos de la gracia de
Dios debemos de desarrollar un conocimiento de toda la gracia que por medio de
la Palabra lla se nos ofrece. Debemos ir más hallá de los ¿cómo? para llegar
a los insondables océanos de la
gracia que se nos abre en una de sus páginas.
En
Sal.27:5 se nos revela el deseo de David: “Una
cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová
todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para
inquirir en su templo.” Él
anhelaba conocer las doctrinas que revelan el Ser de Dios, es decir, Su santidad,
soberanía, poder, sabiduría, fidelidad e inagotable
amor. Anhelaba conocer la persona y el carácter de su Dios y Señor, su
redentor, el rey de gloria.
El
conocimiento de la gracia nos otorga la vida y el sustento de la misma,
porque Dios se vale de la Palabra de su gracia para otorgarnos Su gracia.
Como dice Lenski: “Dios y la Palabra de su gracia van siempre de la
mano; y Dios hace que la Palabra de
Su gracia se derrame atravez de toda esa Palabra.”
De ahí que necesitamos un plan regular de lectura, estudio y memorización
de la Palabra de Dios, porque estas
cosas nos dan mayor acceso a Su gracia. Como bien lo dice. C. Hodge: “Para
contrarrestar... todas las insinuaciones del maligno, la única respuesta,
sencilla y definitiva, es la palabra de Dios. Esto ahuyenta a todos los poderes
de las tinieblas. El cristiano sabe que esto es cierto por su experiencia
personal. Ella disipa sus dudas, aleja sus temores, y lo pone a salvo del poder
de Satanás.”
Mi
querido amigo, si deseas apropiarte de la gracia de Dios, debes tener la espada
del Espíritu, la Palabra de Dios. Atesórala en tu mente y corazón para que el
Espíritu Santo la utilice. Oremos con David en el Sal. 119:12: “Bendito tú
Jehová, Enséñame tus estatutos.”
1.-
Todos necesitamos de la gracia que nos llega del trono de la gracia.
Pablo
no fue ajeno a las adversidades que este mundo nos ofrece, pero a Pablo Dios le
dijo en 2Cort. 12:9: “Y
me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.
Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que
repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en
las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias;
porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.”
Que Dios nos dé abundantemente de Su gracia siempre, para acercarnos a Su trono de gracia y para conocer de Su palabra de Gracia.
Amén.